AVISO, TOCHO: HAZTE UN TÉ Y ÁRMATE DE PACIENCIA.
Vivimos días convulsos. Es un hecho. No es que todos los años que han pasado hasta ahora desde que tenemos conciencia no lo hayan sido. Es que ahora, por primera vez desde que tengo uso de conciencia, se aúnan una serie de factores que son en su conjunto un revulsivo, una inyección de adrenalina social que, francamente, nunca había visto.
Crecemos con las historias, aquel que se preocupa de conocerlas o al que alguien se ocupa de enseñárselas, de tiempos peores: sin salirse del siglo XX, sin irse más lejos que eso, tenemos la revolución soviética, la tan manida guerra civil, la posguerra, la 2ª Guerra Mundial (y la 1ª y todo lo que conllevaron), el mayo del 68, la guerra de Vietnam, el 23-F... y cientos de otros conflictos de toda índole. Todos las conocimos, todos las vivimos en clase al leer, en la televisión, en los libros... Esas y las que son mucho más antiguas. Recordad, veréis que son muchas.
Pero crecimos adormecidos. Adormecidos por una sociedad que no nos preparaba para nada de lo que habría de venir, cuyas normas y usos nadie se molestaba en explicar. Sólo existían, esas normas y usos, y con ellas crecías. No sé, supongo que no será así para todos, pero sí en mi caso. Y ésta es una visión personal, como todo lo que escribo en este blog.
Así crecimos, con el consumismo brutal, con una visión cerrada del mundo, con prejuicios, con temores, y sometidos a la terrible tarea de tener que luchar para liberar nuestra mente de todas esas cargas. Para aprender, en definitiva, a poder pensar de manera lo más objetiva y libre posible. Y lucharemos por ello hasta el día en que muramos, tan fuertes son esas cargas.
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